Aquí en Vivir low cost hemos ido escribiendo sobre oportunidades y ofertas para ahorrar. También de estrategias para obtener lo mismo pagando menos. Hoy queremos presentar una web que lleva al extremo las estrategias para no gastar. En realidad se trata de gente que elige apartarse del sistema y no participar en actividades productivas y consumir lo mínimo posible. Se hacen llamar Freegans.
Los Freegans abogan por la comunidad, la generosidad, la conciencia social, la libertad, la cooperación y el compartir en oposición a la sociedad basada en el materialismo, la apatía social, la competición , la conformidad y la codicia.
Tras años intentando boicotear productos procedentes de corporaciones causantes de la violación de derechos humanos, de la destrucción ambiental y el abuso de animales, muchos de nosotros descubrimos que independientemente de lo que compráramos siempre acabábamos apoyando algo deplorable. Entendimos entonces que el problema no es sólo unas pocas malas empresas sino el propio sistema en su totalidad.
El Freeganismo es un boicot total a un sistema económico donde el beneficio ha eclipsado las consideraciones éticas y donde complejos sistemas de producción masiva aseguran que todos los productos que compramos tengan impactos perjudiciales, la mayoría de los cuales ni siquiera habíamos considerado. De esta manera, en vez de evitar la compra de productos de una mala compañía, sólo para beneficiar a otra, evitamos comprar en el mayor grado en que somos capaces.
La palabra freegan deriva de “free” (libre y gratis) y “vegan” (vegano). Se denominan “Vegans” aquellos que evitan el consumo de productos de origen animal o productos experimentados en animales en un esfuerzo por evitar causarles daño. Los Freegans llevan esta postura un paso más allá reconociendo que en una compleja economía industrial y de producción en masa motivada por el beneficio, el abuso de personas, animales y de la tierra abunda en todos los niveles de producción (desde la adquisición de la materia prima, a la producción y el transporte) y es así para casi cada simple producto que compramos. El trabajo en fábricas que explotan, la destrucción de los bosques, el calentamiento global, el desplazamiento de comunidades indígenas, la contaminación del aire y del agua, la erradicación de insectos como “molestias” la vida salvaje en granjas, las violentas destituciones de gobiernos elegidos popularmente para mantener dictadores marioneta conformes con los intereses de las grandes empresas, la destrucción de sindicatos, la perforación en busca de petróleo en lugares ambientalmente sensibles, explotación infantil, y sobornos a regímenes represivos son sólo algunos de los muchos impactos del aparentemente inocuo consumo de productos que llevamos a cabo cada día.
Vemos pues que esta corriente del Freeganismo se desarrolla con un fuerte componente político y va más allá de una actitud básica de respeto por el planeta y por no malversar los recursos disponibles. ¿Es posible vivir así? ¿Tú que piensas?
Una de las chicas de la segunda foto es amiga mía (se llama Janet), y os aseguro que lo que dice el artículo es verdad. Ella se gasta muy poco dinero mes a mes, porque casi todo lo que necesita lo consigue por el sistema «Freegan». Y ayudan a mucha gente sin recursos.
No es una indigente ni nada por el estilo, es profesora de Lengua y Literatura en un Instituto de NYC.
Es cierto que tiramos muchísimas cosas cada día. Desde sillas que no usamos, o aparatos que «no funcionan», hasta grandes cantidades de comida. Todos estos desperdicios pueden ser riqueza para muchos.
¡Gracias Ana por dejar tu comentario!